«El museo de la inocencia», de Orhan Pamuk

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EL MUSEO DE LA INOCENCIA, de Orhan Pamuk. Editorial Debolsillo. 648 páginas.

Esta semana os proponemos una lectura que emociona por la sencillez con que está contada y por la original perspectiva de su narrador que es, además, uno de esos personajes inolvidables de la literatura. Se trata de El museo de la inocencia, texto del premio Nobel turco Orhan Pamuk, todo un lujo para quien desee disfrutar de más de seiscientas páginas que contienen un increíble recorrido por la ciudad de Estambul, entre sus habitantes, a lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX.

Su protagonista, Kemal, es un joven de clase acomodada, que lleva una vida feliz y próspera, tiene una buena formación, un negocio que heredar y una prometida a la que quiere. Sin embargo, por azar, conoce a Füsun, la joven y hermosa dependienta de una tienda de moda, de origen humilde, de la que se enamora de inmediato. Ella le corresponde pero los prejuicios de clase y las dificultades de Füsun para amar libremente y mantener su independencia económica en una sociedad machista y conservadora, complicarán su relación e irán construyendo el sólido retrato de una pasión frustrada, de un amor a prueba de tiempo y sufrimiento.

Tres son los pilares que convierten esta obra de Pamuk en una lectura especial, delicada, que logra mantener al lector pegado a sus páginas: en primer lugar, su estilo, aparentemente natural, fácil de leer, de lenguaje coloquial que va más allá de lo meramente descriptivo y se adentra con profundidad en lo que siente y percibe Kemal, cuyo carácter bondadoso y apasionado se va desmoronando página a página, sin que pierda por ello la inocencia.

En segundo lugar, la obra recrea una época, describe la ciudad de Estambul y su cultura que a finales del siglo XX se hallaba en la encrucijada entre oriente y occidente, entre Asia y Europa, y que envuelve a los personajes y marca su destino con nostálgica verosimilitud. El museo de objetos que Kemal va coleccionando a lo largo de la narración, intentan atrapar recuerdos, instantes cotidianos de esa “intrahistoria” de la que hablaba Unamuno, que en su día significaron algo o mucho, y que alivian su soledad a lo largo de los años, lo ayudan a esperar a Füsun, a quererla y a salvar su imagen de los estragos del tiempo.

En tercer lugar, el mayor atractivo de la propuesta de Pamuk es el retrato ajustado y real de la naturaleza humana que el autor logra plasmar en la novela a través de sus personajes. Kemal se convierte en el eterno enamorado, constante, fiel, doliente hasta labrar su propia decadencia física y ganarse la incomprensión social. Sin embargo, esa obsesión amorosa llena su vida y no empobrece su sentimiento ni lo tiñe de rencor. Füsun, en cambio, se encuentra condicionada por las limitaciones que el papel de la mujer en la sociedad turca encontraba en aquellos años, y la frustración y el resentimiento logran oscurecer su temperamento rebelde, emprendedor y vital. Su amor por Kemal se transforma y concluye con un desenlace que no debemos desvelar aquí.

El museo de la inocencia constituye una memorable tragedia moderna, con envoltura costumbrista, sólido contexto histórico y gran riqueza en el retrato psicológico que el autor realiza del protagonista, a través de cuyos ojos vemos lo que sucede. La perspectiva es escrupulosamente unilateral, y las alegrías y tristezas de Kemal son el verdadero foco de tensión de la historia puesto que es su alma atormentada la que Pamuk consigue abrir en canal para que los lectores comprendan toda la verdad del personaje. Y también toda su grandeza.

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